Es la dirección del protocolo de Internet. Representa la dirección de un dispositivo (por ejemplo, un ordenador, servidor web, impresora) en una red interna o externa.
Si queremos enviar una carta no basta con indicar el país y la ciudad del destinatario. Una dirección completa también debe indicar una calle, un número cívico y tal vez el plan exacto. Es lo mismo para el intercambio de datos: para que un paquete de datos se envíe al destinatario correcto, la dirección IP no indicará la red, sino también el dispositivo de destino (el host).
Incluso si una dirección IP no incluye información adicional, puede utilizarse para extraer conclusiones sobre sus usuarios. En primer lugar, es fácil volver al proveedor de Internet de un usuario por su dirección IP.
También es posible determinar una posición precisa. Mediante el uso de direcciones IP los proveedores de Internet pueden controlar y rastrear el flujo de datos de sus clientes. Tanto los proveedores como los navegadores que utilizamos para la navegación en línea por nuestra dirección IP pueden registrarse donde hemos hecho clic en un sitio web. O cuánto tiempo nos quedamos en una página. Pero también puede controlar lo que hemos compartido.
Esto hace que la memorización de direcciones IP sea un argumento sensible.
En realidad, en el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) se establece que las direcciones IP forman parte, como identificadores en línea, de los datos personales y que deben estar adecuadamente protegidas.
¿Es posible ocultar nuestra propia dirección IP? La IP no puede estar completamente oculta, pero hay pocos métodos para cubrirla.
La Red Privada Virtual (VPN) son redes de comunicación virtuales que permiten la transmisión cifrada de datos. Si estamos navegando en una VPN, el servidor web requerido ve la dirección IP utilizada por la VPN, pero no la utilizada por el mismo usuario.
FUENTE: FEDERPRIVACY